La plenitud de la luna llena en Acuario nos habla del momento del año en que el rey sol, ese centro alrededor del que todes giramos, nos ilumina -según ven nuestros ojos- desde la constelación del león.
En el reino de Leo se halla también en este momento Venus, quien nos ofrece estos días la posibilidad de recapitular el camino andado este último año y medio, lo que se ha revalorizado en nuestra vida, dentro nuestro y en el reflejo de nuestras relaciones.
¿Qué relaciones tejo desde un espacio de placer creativo conectado con mi sensación de autosuficiencia y autoestima? Y, ¿en qué otras reconozco patrones de codependencia que le restan integridad y verdad?
Esta luna llena en Acuario de este 1 de agosto culmina un ciclo iniciado en la primera luna nueva de este 2023.
¿Qué camino se iniciaba en ese momento? ¿Qué visión irrumpía en nuestra vida? ¿Qué posibilidades se abrían ante el ojo de nuestra consciencia? ¿Qué dejábamos atrás? Y, ¿qué nuevos horizontes vislumbramos entonces? ¿Cuál ha sido el compromiso con aquella visión? ¿Cuánto hemos confiado nuestros pasos en aquella dirección, y cuánto nos hemos hecho atrás? ¿Cuánto nos hemos cuestionado? ¿Cuánto nos hemos autolimitado, autocensurado, de qué miedos hemos sido presas?
¿Cuáles de aquellos viejos miedos y patrones limitantes se han vuelto a revelar en estos días cercanos a esta luna llena, tal vez para agarrar el valor de volverlos a encarar con toda nuestra integridad y fiereza?
La luna llena en acuario es una luna de contrastes, de luces y de sombras, de relámpagos que nos iluminan y nos permiten captar de un solo vistazo, en una sola inspiración, toda esta maravilla de la creación que somos, y de rayos que nos parten en dos reabriendo heridas que creíamos sanadas y que nos devuelven a una vieja y molesta sensación de aislamiento y separación del resto.
¿Dónde está la verdad? nos cuestiona Júpiter, tensionando a esta luna desde Tauro, e invitándonos a encontrar las respuestas en nuestro cuerpo, a confiar en sus señales, y a reconducir nuestros pasos hacia la verdad de nuestro corazón.
Urano, regente de Acuario y de esta luna, nos habla también desde Tauro manteniendo un aspecto tenso a Venus, que encierra el potencial de un cambio súbito y radical en la forma de relacionarnos con nuestro cuerpo, con el placer y el gozo del momento presente.
¿Qué construcciones y patrones heredados se nos hace imprescindible soltar para catapultarnos hacia el legítimo sueño de vivir una vida más a-COR-de con nuestra esencia, con nuestros propios deseos y tiempos?
¿En qué espacios siento la libertad suficiente para conectarme y compartirme desde ese lugar único y central que es mi corazón? ¿Con qué o quiénes se me hace fácil sencillamente ser e irradiar el amor que soy, y en qué ámbitos, relaciones y situaciones todavía siento que tengo que ponerme alguna máscara, que cambiar el tono de voz, que reprimir un impulso…? Estos espacios de incomodidad que esta luna revela, son la oportunidad para revisitar viejas heridas y perder el miedo a habitar el dolor, como paso necesario para experimentar la valentía de ser y atrevernos a dirigir nuestros pasos hacia lo que realmente deseamos.
RITUAL PARA ESTA LUNA LLENA Encarnar la esencia acuariana
¿Cómo se encarna la energía eléctrica y volátil acuariana? ¿Cómo doy forma a esa visión futura de mí misma que también soy? ¿Cómo sentir en cada célula y en cada partícula de aire, todas las posibilidades inexploradas de esto que llamo existencia?
Una forma práctica de encarnar esta energía, es atendiendo nuestro sistema nervioso. Las prácticas de meditación activa como el yoga, la danza ecstática o la bioenergética nos ayudan a regular nuestro sistema nervioso, disminuyendo la actividad de la amígdala, modificando los circuitos cerebrales y fortaleciendo las conexiones neuronales. Las plantas y hongos adaptógenos como la avena sativa, el hongo Reishi o la flor de Cannabis, pueden ser grandes aliadas en este sentido. Acuario es un signo de aire que se apoya en la tierra capricorniana de nuestra ancestralidad para dirigirse hacia la disolución de las aguas piscianas, que nos han de devolver a la gran madre. Acuario es el penúltimo signo de la rueda del zodíaco, y toma toda la seguridad ganada en el camino, y toda la sabiduría que le precede, para atreverse a habitar su propia individualidad y diferencia, y encontrar su lugar en la comunidad. Y en este proceso de diferenciación la sensación de rompimiento, soledad y marginalidad es casi inevitable.
